Vivianne Blandot, consultora y ex CNE: «Centrales bien diseñadas muchas veces resultan mucho menos dañinas del ambiente por unidad de energía producida», afirma.
Más allá de HidroAysén, Chile no le puede decir que no a las hidroeléctricas con embalse ni a las centrales a carbón. Ese es el análisis que hace la ex secretaria ejecutiva de la Comisión Nacional de Energía (CNE), consultora, ex ministra y actual directora de Colbún -con votos de las AFP-, Vivianne Blanlot.
-¿Cuál debería ser la matriz recomendada para el país, en un contexto de rechazo a HidroAysén?
-Con o sin HidroAysén, siempre he sostenido que se requiere desarrollar fuentes convencionales que aporten energía modulable y que presenten alto factor de carga, a costos bajos.
-¿Qué fuentes son esas para el caso chileno?
-Estas fuentes, en el caso de Chile, son las centrales térmicas de carbón, y las centrales hidroeléctricas medianas y grandes, con capacidad de regulación, es decir, con embalse. Sin ese tipo de desarrollos sólo podemos aspirar, por ahora, y siendo muy optimista respecto al precio del GNL, a costos por encima de US$120 por MWH. Por ello, no me parece prudente prescindir de ninguna de las fuentes de generación mencionadas.
-¿Se deben aceptar los impactos ambientales que generan las hidroeléctricas con embalse?
-Me parece muy sesgado el énfasis que se pone en los efectos ambientales de las centrales hidroeléctricas. Todas las actividades humanas tienen impacto sobre el ambiente, y me atrevo a afirmar que Chile tiene hoy día problemas ambientales mucho más graves que los producidos por las centrales de generación eléctrica en general, y por las hidroeléctricas en particular: la disposición de residuos, la mala asignación del agua disponible, la destrucción de sistemas ecológicos frágiles por la expansión inmobiliaria, la disposición de residuos industriales, por mencionar sólo unos pocos.
En el mismo sector de energía es claro que todas las alternativas tienen impacto: la energía eólica y solar son grandes consumidoras de espacio, y producen impacto en el paisaje; la energía eólica tiene efectos de ruido; las pequeñas hidroeléctricas requieren una gran intervención en líneas de transmisión y caminos por unidad de energía producida.
ERNC: No más del 30%
-¿Qué impactos son menos deseables?
-Esa puede ser una materia muy discutible. Sin embargo, la atención se ha centrado en una forma de generación, la más competitiva para Chile, ignorando, en el debate público, los efectos ambientales de las alternativas. Personalmente sigo pensando que centrales hidroeléctricas bien diseñadas muchas veces resultan mucho menos dañinas del ambiente por unidad de energía producida.
-En un grupo de la población está la idea que la incorporación de más ERNC y la eficiencia energética basta para suplir la mayor demanda prevista.
-Las fuentes renovables no convencionales, por ahora, no pueden representar más de un 25% a 30% de la oferta total, desde el punto de vista de la operación confiable del sistema eléctrico, debido a su menor firmeza. Esto, al menos hasta que se desarrollen tecnologías de almacenamiento de estas energías a gran escala.
Los límites en cuanto a eficiencia energética están determinados por la tecnología; en las condiciones actuales es difícil lograr un aporte más allá de un 5% a 10% del crecimiento global de la demanda. Eso deja un 75% de nuestras necesidades a ser suministradas por fuentes convencionales. Lamentablemente hay mucha desinformación, que distorsiona las expectativas de la ciudadanía respecto a las soluciones posibles para el problema energético.
-¿Qué impactos tendrá si no se realizan grandes proyectos hidroeléctricos de embalse o carboneras?
-Si no es posible desarrollar proyectos hidroeléctricos medianos y grandes, ni centrales a carbón, el costo de desarrollo de largo plazo corresponderá a las centrales de GNL que serían la opción firme más económica. Esto implica que los precios de los contratos de largo plazo, que son los precios al consumidor final, difícilmente serían inferiores a US$120 por MWH, al menos durante los próximos seis años.
Fuente:lasegunda.com