En su calidad de presidente de la Sonami, Salas hace un repaso de las preocupaciones del sector, entre las que la reforma constitucional es una de las principales. Advierte que hay faenas medianas en serio riesgo por la baja del precio del cobre, aunque espera que suba.
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Preside la Sociedad Nacional de Minería desde 2009 y es, desde este año, timonel de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC). Esta doble militancia le ha imprimido un ritmo muy fuerte a su actividad diaria, con muchos viajes y varias reuniones cada día. A Alberto Salas Muñoz, 61 años, ingeniero civil y nacido y criado en Paipote, le ha tocado liderar al empresariado en uno de sus años más álgidos y, desde la minería, enfrentar un año igualmente complejo, con casi nula inversión, precios a la baja y una serie de amenazas regulatorias que desmenuza en esta entrevista con PULSO.
¿Cómo ve hoy el tema de los precios? ¿Mejor, igual o peor que lo que pensaba?
Nosotros sabíamos y habíamos anticipado que este año iba a ser más malo que el anterior. La información que uno tiene es la oferta y demanda. Y en el largo plazo las señales dicen que seguirán creciendo, porque la demanda está ligada al desarrollo social y económico de los pueblos y hay una relación directa entre consumo de cobre per cápita y nivel de desarrollo. Y Todos los países en desarrollo, como China, India y el Sudeste Asiático, van a ir creciendo, con cierta volatilidad pero creciendo. Por el lado de la oferta, lo que vemos es que es cada vez más difícil producir. Entonces en el mediano y largo plazo somos optimistas.
¿Pero esperaban que la libra de cobre estuviera tan por debajo de US$3?
En lo contingente, no esperábamos tanto. US$2,5 quizás sí. Pero creemos que este efecto de la demanda sobre este commodity y la dificultad para satisfacer esta demanda va a ir haciendo retornar suavemente los precios al alza. Es decir, no vemos que se deterioren más. Puede ser puntualmente, un día, etc. Pero la tendencia es ir al alza. No quiero casarme con cifras, pero espero que en promedio estemos más cerca de los US$2,8 a fin de año. Y en 2016 un poco más alto. Y al año siguiente también más alto. Siempre teniendo en cuenta que en ese ciclo puede haber peaks al alza o a la baja.
¿Las empresas han podido acomodarse a ese escenario? Hasta ahora no se ha visto una reducción de producción o cierre de operaciones, como ocurrió en 2009.
La producción en general la dan las grandes empresas y éstas son más estables y sus proyectos son de largo plazo. Con estos vaivenes no se ven afectadas. Pero sí hemos bajado el ritmo de crecimiento. Nosotros pensábamos que íbamos a crecer al 5% y vamos a crecer al 2%. Pensábamos que el año pasado íbamos a llegar a las seis millones de toneladas y no lo logramos, y este año otra vez no lo vamos a lograr. Donde sí se ha visto más efectos es en la pequeña minería, que tiene menos espaldas financieras.
¿Y paralización de faenas?
No hemos visto, pero sí sé de empresas medianas que están bien en el límite y en las que toda su atención está puesta en bajar costos y aumentar su productividad para pasar este mal rato.
¿Cómo están viendo el tema regulatorio sectorial? Hay varias leyes en discusión como la de glaciares, la reforma laboral y otras.
Toda esta agenda introduce elementos de incertidumbre a la industria minera. Somos parte del sector productivo nacional, el más relevante y, por lo tanto, las políticas regulatorias nos afectan de la misma o de mayor manera. En materia de inversión hemos tenido un frenazo bastante significativo. Dos años atrás estábamos todos sonrientes con las cifras de inversión. Hablábamos de US$100 mil millones, US$115 mil millones. Todos en proyectos que estaban aprobados. Pero hoy día menos de la mitad de eso está vigente. Lo que se puede rescatar es que los yacimientos no desaparecen y, por tanto, en la medida que tengamos políticas públicas que permitan dar certezas en las materias principales con que se evalúan los proyectos, y con la visualización de precios mejores, podemos tener una reactivación. Pero faltan definiciones fuertes y fundamentales respecto a los escenarios en los que nos vamos a desarrollar. La reforma constitucional es un tema. En minería las inversiones son de muy largo plazo y de muchos miles de millones de dólares. No es construir algo para luego venderlo. El tema de la seguridad jurídica de la propiedad minera y la seguridad jurídica de los derechos de agua son fundamentales para la industria minera.
¿Cómo ven la reforma laboral?
Lo que nos preocupa es que hay una serie de temas que son importantes para el desarrollo económico, que tienen que ver con más oportunidad de empleo para todos, que no están en esta reforma. Sería conveniente legislar temas como el empleo de mujeres, jóvenes y personas mayores, trabajo desde la casa, etc. También está la enorme preocupación por un empoderamiento pro sindicatos. Nosotros y yo en particular somos muy amigos de los sindicatos. La minería tiene altísima tasa de sindicalización, pero nos gustan los sindicatos libres. Entonces, darle el monopolio de la extensión de beneficios a los sindicatos no ayuda a la libertad de asociación ni al sentimiento de que tiene que aumentar la sindicalización por la vía de una buena gestión y de conveniencia. Eso no se puede forzar. Y el otro tema es el reemplazo, la sustitución o cómo le llamen. El poder de negociación de un sindicato cuando va a la huelga, que es legal y está bien que así sea, no puede tener más fuerza que los daños que se pueden producir, afectando a la empresa de tal manera que quede casi chantajeada. Una fundición, por ejemplo: si no la sigo alimentando con calor y se me enfría, me demoro dos semanas en volver a andar, aún cuando la huelga haya durado sólo unas horas. Entonces debe haber límites, equipos de emergencia, servicios mínimos, algo así.
¿Cómo ven el tema de los paros ilegales y el uso de fuerza?
Ese es un temazo en minería. En el sector hemos visto muchos paros ilegales, con tomas de faenas y en los que se fuerza a una negociación sin tener ningún marco de referencia. Cuando una minera se ve afectada por una toma de camino, el daño es muy grande y el movimiento es al margen de la ley. Ahí hay una responsabilidad del Estado de dar señales de que incitar a la violencia merece ser sancionado.
Las alzas tributarias que se le aplicaron a la minería en el pasado, ¿tienen que ver con que hoy haya menos inversión?
No sé cuánto, pero evidentemente son un factor de menor competitividad. Tal vez si lo miramos positivamente, tenemos un impuesto especifico y tenemos un modelo que tiene que ver con el margen operacional, lo que tiene cierto sentido económico. Así, la tasa es menor, pero igual es un sobre impuesto a una actividad que no tiene otra símil en Chile.
¿Cuándo espera que vuelva la inversión a la minería?
Las decisiones de inversión son eminentemente racionales. Y competimos con el mundo. Hay temas internos positivos, somos un país serio, que no es corrupto y con una institucionalidad sólida, pero que se ha visto remecida por este conjunto de reformas en varios ámbitos que creó un grado de incertidumbre, y además con las ideas de reformar la constitución. Si damos una señal potente de que las modificaciones que quiere la sociedad no van por afectar el derecho de propiedad ni la seguridad jurídica de los yacimientos y los derechos de agua, damos una señal que ayuda a que, si logramos bajar el costo de la energía, si logramos que la reforma laboral quede equilibrada y no dé poderes excesivos a grupos que no representan a todos los trabajadores, vamos componiendo un escenario en que vamos a salir bien. Yo repito una frase: A buenas políticas públicas la minería responde siempre.
¿El sinceramiento presidencial ayuda en ese sentido?
Ayuda, pero hay que concretarlo en hechos. Tienen que ser hechos que demuestren que este realismo es un realismo de verdad, es tener la convicción, y que no sea un realismo obligado.
Fuente:Pulso www.chilemineria.cl